PALESTINOS EN JUEGOS OLÍMPICOS: UNA MICRODELEGACIÓN
Una microdelegación. Ese es el apelativo perfecto. Ocho palestinos en total, incluidos deportistas, entrenadores y representantes del Gobierno, todavía no podían creer que haber llegado a la cita olímpica de Pekín.
Y es que la representación palestina ha tenido que sortear todo tipo de obstáculos para salir de los territorios ocupados; ahora, además, suple su falta de preparación con un entusiasmo desbordante ante la gran cita del país asiático.
No obstante, de seguro ya han conseguido una victoria. La victoria moral.
"Claro que tengo miedo. Por eso rezo mientras corro", confieza Nader al Masri. "Esto es un sueño. No nos falta de nada. La comida, el alojamiento... Los chinos lo han preparado todo muy bien", revela por teléfono, desde Pekín y en perfecto inglés, Zakie Nasar, una de las nadadoras del equipo olímpico palestino.
Todos saben que estos días les toca disfrutar; saben, también, que pronto deberán regresar a su realidad. Realidad que no favorece precisamente la preparación de los deportistas. En los territorios palestinos, la competición deportiva, como casi todo lo demás, es víctima del conflicto con los israelíes. Si no, que se lo pregunten a Nader al Masri, de 28 años y el veterano del equipo, que correrá los 5.000 metros. Al Masri se entrena en medio del fuego cruzado que mantienen casi a diario israelíes y palestinos en Beit Hanoun, en la franja de Gaza. Por eso señala: "Claro que tengo miedo de las balas. Por eso rezo mientras corro. Para que todo me vaya bien". Al Masri ha superado además los escollos burocráticos, potenciados por los vicios y miserias de la ocupación. Y es que ha tardado año y medio en conseguir un permiso para poder salir de la franja de Gaza, sellada por los israelíes y de la que sólo entran y salen periodistas, diplomáticos y trabajadores humanitarios. Al final y gracias en parte a una potente campaña mediática, Al Masri ha conseguido salir de Gaza para estar en la Villa Olímpica junto al resto de atletas.
Nasar, nadadora, no ha tenido tantos problemas para salir de los territorios ocupados, pero la burocracia le ha obligado a entrenarse en una piscina de 12 metros de largo cuando las olímpicas son, por ventaja, de 50. Estudiante en Yenín, a Nasar las autoridades israelíes no le han dado permiso para desplazarse a entrenarse a la piscina de Nazareth y ha tenido que conformarse con nadar vuelta y vuelta, hasta el mareo, por decir lo menos, en la de Belén, caracterizada por ser diminuta. A esto se añade que sólo entrena cuando consigue desplazarse hasta ella, es decir, una o dos veces al mes.
Junto a Nasar nadará también Hamza Abdu, una joven promesa de Jerusalén, al que la falta de presupuesto le impide dar el salto hasta la cercana piscina olímpica del Oeste de la ciudad para entrenarse en mejores condiciones.
La joven esprinter Ghadeer Ghuruf completa el elenco de los deportistas palestinos presentes en Pekín.
Para los cuatro es la primera participación en unos Juegos. Pero con la de Pekín son ya cuatro las citas olímpicas en las que se ha izado la bandera Palestina. Conscientes de su falta de preparación, no aspiran a ganar ninguna medalla olímpica; aun así, les llena de orgullo poder representar a los suyos en el mayor acontecimiento deportivo del mundo. Sin duda alguna, ya ganaron. Ganaron mucho antes de salir de su país.
Y es que la representación palestina ha tenido que sortear todo tipo de obstáculos para salir de los territorios ocupados; ahora, además, suple su falta de preparación con un entusiasmo desbordante ante la gran cita del país asiático.
No obstante, de seguro ya han conseguido una victoria. La victoria moral.
"Claro que tengo miedo. Por eso rezo mientras corro", confieza Nader al Masri. "Esto es un sueño. No nos falta de nada. La comida, el alojamiento... Los chinos lo han preparado todo muy bien", revela por teléfono, desde Pekín y en perfecto inglés, Zakie Nasar, una de las nadadoras del equipo olímpico palestino.
Todos saben que estos días les toca disfrutar; saben, también, que pronto deberán regresar a su realidad. Realidad que no favorece precisamente la preparación de los deportistas. En los territorios palestinos, la competición deportiva, como casi todo lo demás, es víctima del conflicto con los israelíes. Si no, que se lo pregunten a Nader al Masri, de 28 años y el veterano del equipo, que correrá los 5.000 metros. Al Masri se entrena en medio del fuego cruzado que mantienen casi a diario israelíes y palestinos en Beit Hanoun, en la franja de Gaza. Por eso señala: "Claro que tengo miedo de las balas. Por eso rezo mientras corro. Para que todo me vaya bien". Al Masri ha superado además los escollos burocráticos, potenciados por los vicios y miserias de la ocupación. Y es que ha tardado año y medio en conseguir un permiso para poder salir de la franja de Gaza, sellada por los israelíes y de la que sólo entran y salen periodistas, diplomáticos y trabajadores humanitarios. Al final y gracias en parte a una potente campaña mediática, Al Masri ha conseguido salir de Gaza para estar en la Villa Olímpica junto al resto de atletas.
Nasar, nadadora, no ha tenido tantos problemas para salir de los territorios ocupados, pero la burocracia le ha obligado a entrenarse en una piscina de 12 metros de largo cuando las olímpicas son, por ventaja, de 50. Estudiante en Yenín, a Nasar las autoridades israelíes no le han dado permiso para desplazarse a entrenarse a la piscina de Nazareth y ha tenido que conformarse con nadar vuelta y vuelta, hasta el mareo, por decir lo menos, en la de Belén, caracterizada por ser diminuta. A esto se añade que sólo entrena cuando consigue desplazarse hasta ella, es decir, una o dos veces al mes.
Junto a Nasar nadará también Hamza Abdu, una joven promesa de Jerusalén, al que la falta de presupuesto le impide dar el salto hasta la cercana piscina olímpica del Oeste de la ciudad para entrenarse en mejores condiciones.
La joven esprinter Ghadeer Ghuruf completa el elenco de los deportistas palestinos presentes en Pekín.
Para los cuatro es la primera participación en unos Juegos. Pero con la de Pekín son ya cuatro las citas olímpicas en las que se ha izado la bandera Palestina. Conscientes de su falta de preparación, no aspiran a ganar ninguna medalla olímpica; aun así, les llena de orgullo poder representar a los suyos en el mayor acontecimiento deportivo del mundo. Sin duda alguna, ya ganaron. Ganaron mucho antes de salir de su país.