APROXIMACIÓN A SVETLANA ALEKSIÉVICH
APROXIMACIÓN
A SVETLANA ALEKSIÉVICH
Por
Musa
Ammar Majad Rondón
2015
Svetlana
Aleksándrovna Aleksiévich —también escrito Alexiévich. Transcripción del ruso: Светла́на Алекса́ндровна Алексие́вич; en
bielorruso Святлана Аляксандраўна
Алексіевіч Sviatlana Aliaksándrauna Alieksiyévich. Tal el nombre que nos
ocupa hoy. Se trata de una escritora y periodista bielorrusa en lengua rusa,
galardonada con el Premio Nobel de Literatura recientemente, nacida el 31 de
mayo de 1948.
Svetlana
Aleksiévich es hija de dos maestros. Su padre, bielorruso; su madre, ucraniana.
Nació en el pueblo de Stanislav, conocido hoy día bajo el nombre de Ivano-Frankivsk,
en la Ucrania soviética. No obstante, fue criada en la república soviética de
Bielorrusia. Estudió periodismo en la Universidad de Minsk. Se sabe que al
graduarse marchó a la ciudad de Biaroza, en el óblast o provincia de Brest, para trabajar en el periódico y en las
escuelas locales como profesora de historia y de alemán. Esta ambivalencia
laboral originó en ella un debate interno sobre continuar la tradición familiar
de trabajar en la enseñanza o mantenerse de lleno en el periodismo.
En
este último rol, se desempeñó como reportera en la prensa de Narowla, en el óblast o provincia de Gómel. Desde sus
días de escuela había escrito poesía y artículos para la prensa escolar; también
en la revista literaria Neman, de Minsk, donde publicó sus primeros ensayos,
cuentos y reportajes. Es sabido que el escritor bielorruso Alés Adamóvich la
inclinó a la literatura. En ese entonces se apalancaba una suerte de literatura
múltiple. Se trataba de un nuevo género
de escritura polifónica, conocida como “novela colectiva”, “novela-oratorio”, “novela-evidencia”,
entre otros nombres. Dicho género implicaba la creación de textos que se
encontraban a medio camino entre la literatura y el periodismo. Se usaba la
técnica del collage, yuxtaponiendo testimonios
individuales, buscando aproximarse a la sustancia humana de los
acontecimientos.
En
consonancia con sus aptitudes, Svetlana Aleksiévich viajó. Y mucho. Visitó casi
toda la Federación Rusa. Esto, aunado al estilo literario descrito, fungió de
basamento para un primer libro: La guerra
no tiene rostro femenino, de 1983. En él, a partir de entrevistas, abordó
el tema de las rusas que participaron en la II Guerra Mundial. En 1985 se estrenó la adaptación teatral de
este libro. Fue en Moscú, lo que se configuró como un importante antecedente en
la Glásnost o apertura del régimen soviético iniciada por Mijaíl Gorbachov.
También destaca el texto conocido como Los chicos de zinc o Ataúdes
de zinc, de 1989. Aquí se compila un mosaico de testimonios de madres de
soldados rusos que participaron en la Guerra de Afganistán. Igualmente, en Cautivos de la muerte, de 1993, ofrece
la visión de aquellos que no pudieron sobrevivir a la idea de la caída del
régimen soviético y se suicidaron. Otro, Voces
de Chernóbil, de 1997, expone el heroísmo y sufrimiento de quienes se
sacrificaron en la catástrofe nuclear. Éste, a pesar de ser un libro con
traducción a veinte idiomas, continúa prohibido en Bielorrusia.
Como se observa, la obra de Svetlana Aleksiévich implica una crónica
personal de la historia de hombres y mujeres soviéticos y postsoviéticos, entrevistados
durante los momentos más dramáticos de la historia de un país. Así, convergen,
itinerantes, la II Guerra Mundial, la Guerra de Afganistán, la caída de la
Unión Soviética, el accidente nuclear de Chernóbil.
Para el año 2000, Svetlana Aleksiévich, enfrentada al régimen
autoritario y a la censura del presidente Alexander Lukashenko, abandonó
Bielorrusia. Durante una década estuvo viviendo en París, Gotenburgo y Berlín.
En 2011 volvió a Minsk.
Del premio Nobel de Literatura otorgado este año a su persona, quedan
dos cuestiones de fondo importantes. Una, Svetlana Aleksiévich se constituye
como la primera escritora de no ficción con este premio en un siglo. Otra,
dentro de poco podremos leer en lengua castellana la gran mayoría de sus obras,
aún sin traducción.
Enhorabuena.