CERTEZA
Sé que soy el que en este ahora se mira
abandonado en la voraz penumbra
de un anhelo incompartido que encumbra
la lágrima por la ausencia de la ira.
Ni Montaigne ni Borges ni unas vidas
de hazañas como las del legendario
Ulises y mi padre, de mi diario
laberinto me salvan. Erigidas
antiguas, verdes y extensas montañas
de humana fe por la naturaleza
común e interior del hombre, lleneza
ostentan de llanto infernal de arañas
que no sería. Mas no. Sufro aquello
que no he nombrado y con lo cual me estrello.
abandonado en la voraz penumbra
de un anhelo incompartido que encumbra
la lágrima por la ausencia de la ira.
Ni Montaigne ni Borges ni unas vidas
de hazañas como las del legendario
Ulises y mi padre, de mi diario
laberinto me salvan. Erigidas
antiguas, verdes y extensas montañas
de humana fe por la naturaleza
común e interior del hombre, lleneza
ostentan de llanto infernal de arañas
que no sería. Mas no. Sufro aquello
que no he nombrado y con lo cual me estrello.
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