BIRMANIA, OTRA VEZ


27 de septiembre de 2007. Fotografía de Sakchai Lalit, de AP. La escena: una alambrada y la fuerza de las convicciones de un hombre que, como el poeta norteamericano, es muchos hombres. “soy amplio y contengo muchedumbres”, pareciera decir. Es una revuelta donde impera el rojo, no por la sangre que, sin duda, hay, sino por el color de las túnicas de los monjes budistas que encabezan una rebelión pacífica contra la Junta Militar birmana.
Las filas son desiguales. Ir de camino de la pagoda de Shwedagon, el centro espiritual de los birmanos, el cual es bloqueado por el ejército desde hace semanas, implica ver individuos con sus ropas cayendo sobre el hombro izquierdo, paso a paso sobre sus humildes sandalias, siempre encabezados por un abanderado, rodeados por la veneración de una población pobre y deprimida que saluda su paso. Además, claro, de sus rezos en cuclillas con las palmas de las manos cerradas, frente a los escudos, varas, cascos y fusiles militares.
No obstante, el lugar de la fotografía no es Birmania. Es Tailandia. Un joven se manifiesta frente a la embajada birmana. Por la serie de imágenes sabemos que pertenece a un grupo que porta un alambre espinado que enmarca los ojos del protagonista. Leo en alguna parte: “La determinación que muestra esa mirada es la misma que hace caer dictaduras, que derrumba murallas y que mueve montañas”.
Posted on 10:28 a.m. by Musa Ammar Majad and filed under , , | 0 Comments »

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