FILÓCTETES


Ignoro si debo llamarte hermana.
¿Me escuchas? Trueco la tosca miseria
del ámbito, del cuerpo y de la histeria
por tanta tranquilidad inhumana.

Aquí Filóctetes. Aquí el sediento.
Aquí el hombre que lloró solitario
y que revela el triste sentimiento
a un animal no menos mercenario

que la impiedad del andante corazón
que lo enfrenta a una mujer de fiel rostro.
Que es el dolor físico al que me postro.
Que no es el humano ardor, no la razón,

la fuerza que me arrastra a arrastrarme
por lograr alimento tras la marca
en la carne del ave salvaje. Arca
de oro vale el arma que en sustentarme


empleo: el arco de Hércules. Serpiente,
pensar que una hermana tuya me volvió
rastrero. Aquí el hombre que no conoció
en sueños tu amistad. Aquí el que miente

al decirte su odio y el que te respeta.
Apartado de un mundo por murallas
de tardes y singladuras, las rayas
del cercano tigre que no me inquieta

son hermosas. ¿Acaso mi apariencia,
hecha de suciedad y emanaciones,
le impele a no comerme? Maldiciones
le he gritado en el llanto y en tu presencia.
Posted on 6:46 a.m. by Musa Ammar Majad and filed under | 0 Comments »

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