NOCTURNO


Entre muros pienso en este otro muro, mi cuerpo.
Pienso que no se apiada y me oculta y cicatriza
cada herida que pueda significar su muerte.
Los pardos ojos que gritan, la boca que calla
y la blanca máscara que el espejo refleja,
me ocultan. Soy el solitario huésped que no conozco.
Yo me habito y no me sé. La noche no está sola.
Siento que ya he vivido esto antes en un pequeño
cuarto de una antigua pensión de San Bernardino,
en una distante Caracas. Algo que ignoro
me puebla y me sucede: un recuerdo acecha otra vez.
Puedo hallarme en cualquier ciudad, en cualquier país.
La soledad voraz no percibe mi presencia.
Esta noche puede ser cualquier noche. Logro ver
la ausencia física de muchas cosas y advierto
que no quería escribir y que lo estoy haciendo. Allá
está la vasta sociedad de hombres y en el atrás
una historia... Alejandro y Bucéfalo son uno.
“Los Dioses, ¿dónde los Dioses?” y como una nueva,
lumínica y segura saeta que hacia el temor
se dirige, sobre la cabeza de Alejandro,
vuela el águila. (“En línea recta con su nariz.”)
Oh tú, Alejandro, sigue su camino Alejandro;
oh tú, Alejandro, déjate ir sobre Bucéfalo.
El águila que presagia la ulterior conquista;
el águila que mostró los restos de Teseo;
el águila del dios del rayo y de Aristóteles;
el águila que a Esquilo aniquiló; el águila fiel
que sueño... Ya lejos la siempre solitaria ave.
Sólo la batalla celebrada por el hombre.
Sólo el atroz espectáculo de muertos rostros
hundidos en el lodo de sangre. Sólo el hombre
que escribe en un lueñe futuro. Solo y despierto.

Mar del Plata.
Posted on 9:17 a.m. by Musa Ammar Majad and filed under | 2 Comments »

2 comentarios:

GARRUID dijo... @ 26 de agosto de 2008, 2:39 p.m.

Excelente, poesia ligera y severa a la vez!

GARRUID dijo... @ 26 de agosto de 2008, 2:39 p.m.

Excelente, poesia ligera y severa a la vez!