LIBROS, ARTE, CULTURA E INQUISICIÓN EN NUEVA ESPAÑA (IX)


En México, en fecha temprana, 1585, se celebró un Concilio Provincial en el que se adoptaron las medidas De impresione librorum respecto de la impresión, circulación y retención de libros, tan “necesaria” por el gran desarrollo de la imprenta en México y por el fácil contrabando que en naves españolas y principalmente extranjeras se hacía. Se trataba de mantener en América las prohibiciones españolas. No eran raros los pedidos de información:
“Con el cuydado que ay de visitar los libros que cada flota entran en la tierra se han hecho algunos apuntamientos y censura sobre algunos, que serán con esta carta para que V. Sa los mande ver y avisarnos de lo que en España se haze por las personas a cuyo cargo está quando en los libros se desprehenden cosas semejantes principalmente en argumentos, notas marginales, Recapitulaciones, Indices y Repertorios donde se presume más malicia de que los herejes quieran mesclar sus errores y sera de ymportancia la respuesta desto para que aca se acierte mejor a seruir al Santo Oficio con la afición que lo haze el maestro fray Bartolome de Ledesma de la orden de Santo Domingo gouernador que fué deste Arsobispado mucho tiempo Calificador en esta Inquisición.” ­­
No en balde “América sonó en Trento”, como señala Mateos, quien cita, entre otras, las palabras del teólogo segoviano Pedro de Fuentidueñas ante los Padres del Concilio:
“¡Cuántas veces (...) impidió [Felipe II] que la herejía se corriese a España por los Pirineos de las provincias vecinas! ¡Cuántas apagó las chispas que con disimulo y en la oscuridad comenzaron a saltar acá y allá dentro de la península! ¡Cuántas (...) impidió que pasase, como procuraba, a las Indias, a inficionar a aquellos indígenas! No ha habido nunca herejía tan ávida de propagarse como la de los falsos reformadores; no se contenta con haber perturbado la fe en casi todas las naciones de Europa, y sin temer los peligros del mar, deseaba navegar el inmenso Océano y transplantarse a las Indias occidentales, para allí matar en el corazón de los indios las raíces de la fe y religión cristiana que comenzaba a brotar y nacer; y en aquellas dilatadísimas regiones, donde el rey católico Don Fernando llevó el primero los blasones de España, introduciendo a la par el nombre de Jesuscristo, nunca oído por aquellas gentes, y la religión cristiana, que engendra pureza y santidad, llevar las furias y arpías del averno para turbar su paz y tranquilidad. Y si no hubiera salido al paso el católico Felipe a su loco intento, interceptando libros heréticos y poniendo a buen recaudo los pérfidos ministros de Satanás; si no hubiera apartado a la herejía del camino de las Indias por donde maquinaba llevar su veneno, cercenando de raíz su esperanza y malvado esfuerzo, sin duda habría penetrado ya en ellas, con gran peligro y ruina de aquel Nuevo Mundo y acerbísimo dolor de la Iglesia.”
Sin embargo, el siglo XVIII hispano no era el siglo XVIII europeo, pero estaba muy cerca: dejó atrás el peligro y la preocupación del luteranismo y, gracias a la liberación del comercio y las reformas borbónicas, reactivó la llegada de europeos de costumbres ambulatorias y aventureras, acató la variación de catálogos prohibitorios; desatendió en medida importante la expurgación de imágenes; se dio a contrarrestar los empujes de la Ilustración, aquellos que dieron pie a la independencia de las provincias americanas.
“La revisión de los edictos dedicados a la censura de imágenes y objetos que emitió el Santo Tribunal de la Inquisición Novohispana, ofrece un conjunto representativo de obras que se situaron en la esfera de lo que esa institución consideró censurable: esto se realizó por medio de un fuerte y complejo aparato restrictivo; sin embargo, los edictos que emitieron dejan translucir una serie de hechos que apuntan a la reflexión sobre el poder real que tuvo el aparato represivo inquisitorial,” sobre todo cuando se determina, en base a documentos conservados en el Archivo General de la Nación de México, que “los edictos eran mandatos, decretos sobre diversos temas publicados con autoridad del Santo Oficio de la Inquisición, firmado por los inquisidores y el secretario de turno, que se fijaban en las puertas de las iglesias para conocimiento de la población.”
Posted on 7:35 a.m. by Musa Ammar Majad and filed under , , , | 0 Comments »

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