ICONOGRAFÍA MARIANA: MARÍA SANTÍSIMA BAMBINA


El día 8 de septiembre el santoral habla de la entrada de la Virgen en el mundo. Los evangelistas nada dicen en concreto de la Natividad. Sólo proporcionan pasajes y divagaciones de este día los Evangelios apócrifos, sobre todo el Protoevangelio de Santiago, uno de los libros de más difusión en los primeros siglos del cristianismo. Más tarde hacen estudios acerca de este punto San Epifanio, San Juan Damasceno, San Germán de Constantinopla, San Anselmo, San Eutimio, patriarca de Constantinopla, y todos los teólogos medievales, así como los santos y mariólogos de los siglos más cercanos (López, 1989, p. 38). No sólo los evangelios canónicos escatimaban alusiones a la Virgen, al menos respecto a sucesos de sus inaugurales años de vida, también “la cristiandad de los primeros siglos reservaba su veneración a los mártires que habían vertido su sangre por la fe”. Lo que se entiende en la medida en que se aclara que “la Virgen, que no había sufrido corporalmente, en su carne, ni siquiera en el momento de la Natividad, fue asimilada a ellos mediante un artificio de los teólogos” (Réau, 1996, p. 62).
La intensificación del culto mariano lleva, con el paso del tiempo y como se determina para la imagen Santa Ana y la Virgen niña del primer altar de la primera Nave del Evangelio en la Catedral de Mérida, a la representación del nacimiento de la Virgen y, como es el caso, a extraer de tales programas la figura niña o de meses, dándosele carácter particular, sea de referente a los personajes del esquema “tradicional” –Santa Ana, la virgen bebé y Joaquín-, sea a su sitial supremo –respecto a dichos personajes- en la devoción popular. Por ello, al ser una extracción, la imagen de la Virgen Bambina no obedece a una estipulación iconográfica determinada.
A diferencia de la devoción a Jesús niño, la devoción a la infancia de María es menos popular. Conocida en español como Virgen Niña o Divina Infantita y en italiano como Maria Bambina, sus dos centros de devoción son las ciudades de Milán y México. En esta última ciudad se fundó en 1901 la Orden de las Esclavas de la Inmaculada Niña o de la Divina Infantita por el sacerdote Federico Salvador Román, natural de Almería, y por la mexicana María del Rosario Arrevillada Escalada.
En la mayoría de los casos, las representaciones de Maria Bambina, al ser objeto de devoción por parte de Órdenes y cofradías, pertenecen a lo que se ha dado en llamar “imágenes de vestir” (Rubio, 1987, p. 165). Son de explicar. Al dominar el Renacimiento, entrado el siglo XVI, y sobre todo en la centuria siguiente, se labraron estatuas con amplia y rozagante vestimenta, se hicieron “imágenes de vestir” y se mutilaron no pocas de las antiguas para cubrirlas con telas preciosas, conforme al nuevo gusto. Se llaman “imágenes de vestir” las que no tienen labradas sino las porciones visibles del cuerpo, quedando las demás en bruto o formando con bastidores, para ser cubierto de ropas. Empezaron estas imágenes a fines del siglo XVI, pues aunque ya desde el XIV se introdujo alguna vez el uso de adornar estatuas con ricas sedas, siempre fue con moderación, limitándose al manto y velo y dejando visible la talla del resto de la efigie.
Posted on 8:04 a.m. by Musa Ammar Majad and filed under , , , | 0 Comments »

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