MIGUEL VON DANGEL: LA CARTOGRAFÍA Y EL MITO
Los “mapas” de Miguel von Dangel son una acumulación elocuente de materia orgánica y mineral sobre viejos mapas. El resultado: un mapa distinto en el cual el espectador encuentra una cartografía que busca indicar el lugar del espíritu. Ya no hay líneas divisorias en estos mapas, sólo territorios estéticos con mucha carga emotiva. Así, en los mapas Sipayare, 1980, y Pedregal, 1990.
Ya Miguel von Dangel presenta al collage, como técnica artística consistente en la irrupción de elementos en bruto directamente recogidos de la realidad e incorporados tal cual a la superficie del cuadro o de la hoja de papel, en cuanto vía para hacer de un mapa otro distinto, anulando ese concepto de representación, sobre una superficie determinada, de una parte o de la totalidad de la superficie terrestre. La intención de von Dangel es un acceder a la historia. Y es que la cartografía, el mito y la colonización han estado relacionados desde Walter Raleigh, cuyo mapa está en el Museo Británico. Así, aquellos que, con leyendas latinas, fueron trazados e iluminados en Venecia, Roma, Milán, Londres, Colonia, Leipzig, Madrid, Viena, etc. A mayores ejemplos, están los mapas de la colección conservada en el Archivo general de Gimancas, entre los legajos de la serie Demarcaciones de límites entre las posesiones españolas y portuguesas de la América Meridional, y que, entre otros, contempla: Mapa de todo el curso del río Orinoco y sus agregados; Camino que hicieron las tropas de Colonia a las Misiones; Carte récluit pour la navigation de Cayenne á la Martinique. Incluso, cuando Cortés conquistó México, Moctezuma le presentó un mapa del golfo; un mapa indígena le permitió a aquél grandes servicios en la conquista de Honduras (Acosta, 1965, p. 37). En fin, mapas todos estos –incluyendo el oficial de Codazzi en 1884- para los que no se dispone, las más de las veces, de mayor información que la de los exploradores.
El mapa no sólo asegura líneas fronterizas, sino también representa la superficie terrestre nacional o continental sobre un plano: es la superficie total reducida con la misma forma, incluyendo, si es topográfico, los accidentes y particularidades del terreno. El trabajo de von Dangel sobre cartografías se transforma en el vehículo gramatical de una formación proporcionada por las condiciones exactas de la experiencia individual frente a la colectiva. Cuando el artista señala que “debemos interiorizar las búsquedas al entorno próximo de nuestras geografías y modos religiosos, análisis étnicos, naturaleza e historia, hoy y aquí sin perder de vista claro está, la vinculación con nuestras fuentes culturales, porque nos pertenecen sin que por ello debamos nosotros pertenecerles” (en Márquez, 1993, p. 31), deja en claro que el peso de la fijación de recuerdos, hechos y documentos se desplaza al terreno de la experiencia individual, determinada por condicionamientos de lugar y tiempo. Se trata de una manifestación precisa de una relación con el pasado que tiene su forma específica en la recuperación imaginaria.
REFERENCIAS BIBLIOGRÀFICAS
Acosta, M. (1965). La cartografía lusitana. Caracas: Monte Ávila.
Márquez, F. (1993). Miguel von Dangel y La batalla de San Romano. Caracas: Fundación Polar.
Ya Miguel von Dangel presenta al collage, como técnica artística consistente en la irrupción de elementos en bruto directamente recogidos de la realidad e incorporados tal cual a la superficie del cuadro o de la hoja de papel, en cuanto vía para hacer de un mapa otro distinto, anulando ese concepto de representación, sobre una superficie determinada, de una parte o de la totalidad de la superficie terrestre. La intención de von Dangel es un acceder a la historia. Y es que la cartografía, el mito y la colonización han estado relacionados desde Walter Raleigh, cuyo mapa está en el Museo Británico. Así, aquellos que, con leyendas latinas, fueron trazados e iluminados en Venecia, Roma, Milán, Londres, Colonia, Leipzig, Madrid, Viena, etc. A mayores ejemplos, están los mapas de la colección conservada en el Archivo general de Gimancas, entre los legajos de la serie Demarcaciones de límites entre las posesiones españolas y portuguesas de la América Meridional, y que, entre otros, contempla: Mapa de todo el curso del río Orinoco y sus agregados; Camino que hicieron las tropas de Colonia a las Misiones; Carte récluit pour la navigation de Cayenne á la Martinique. Incluso, cuando Cortés conquistó México, Moctezuma le presentó un mapa del golfo; un mapa indígena le permitió a aquél grandes servicios en la conquista de Honduras (Acosta, 1965, p. 37). En fin, mapas todos estos –incluyendo el oficial de Codazzi en 1884- para los que no se dispone, las más de las veces, de mayor información que la de los exploradores.
El mapa no sólo asegura líneas fronterizas, sino también representa la superficie terrestre nacional o continental sobre un plano: es la superficie total reducida con la misma forma, incluyendo, si es topográfico, los accidentes y particularidades del terreno. El trabajo de von Dangel sobre cartografías se transforma en el vehículo gramatical de una formación proporcionada por las condiciones exactas de la experiencia individual frente a la colectiva. Cuando el artista señala que “debemos interiorizar las búsquedas al entorno próximo de nuestras geografías y modos religiosos, análisis étnicos, naturaleza e historia, hoy y aquí sin perder de vista claro está, la vinculación con nuestras fuentes culturales, porque nos pertenecen sin que por ello debamos nosotros pertenecerles” (en Márquez, 1993, p. 31), deja en claro que el peso de la fijación de recuerdos, hechos y documentos se desplaza al terreno de la experiencia individual, determinada por condicionamientos de lugar y tiempo. Se trata de una manifestación precisa de una relación con el pasado que tiene su forma específica en la recuperación imaginaria.
REFERENCIAS BIBLIOGRÀFICAS
Acosta, M. (1965). La cartografía lusitana. Caracas: Monte Ávila.
Márquez, F. (1993). Miguel von Dangel y La batalla de San Romano. Caracas: Fundación Polar.
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