”Ellos saben que a los niños en Estados Unidos generalmente no les matan a sus padres y saben que a veces llegan a ver el océano. Pero una vez que se ha visto el océano y se ha vivido en un sitio silencioso, donde el agua es algo normal y no algo que las aplanadoras roban durante la noche, y una vez que has pasado una velada en la que no has tenido que sorprenderte si los muros de tu casa no se derrumban repentinamente despertándote de tu sueño, y una vez que has encontrado a gente que nunca ha perdido a alguien -una vez que has vivido la realidad de un mundo que no está rodeado por torres, tanques, ‘asentamientos’ armados asesinos y ahora un gigantesco muro de metal-, me pregunto si podrías perdonar al mundo por todos los años de tu infancia que has pasado existiendo -sólo existiendo- resistiendo el constante estrangulamiento del cuarto ejército del mundo por su tamaño -respaldado por la única superpotencia del mundo- en su intento de obliterarte a ti y a tu hogar. Es algo que me pregunto sobre estos niños. Me pregunto qué ocurriría si de verdad supieran,” escribió Rachel Corrie a su familia el 7 de febrero de 2003, dos semanas después de pisar Palestina. Rachel Corrie, de veintitrés años de edad para 2003, nació en Olympia, Washington. Activista por la paz, fue asesinada por el conductor de una aplanadora militar israelí (fabricada en Estados Unidos), quien la atropelló deliberadamente el 15 de marzo de 2003 en Rafah. Rachel estaba en Gaza oponiéndose a la demolición de casas de familias palestinas, como voluntaria del International Solidarity Movement (ISM). Con el ISM, Rachel Corrie participaba en acciones para bloquear las excavadoras israelíes que intentaban destruir las casas de los kamikazes y de sus familiares en los territorios palestinos. En diferentes correos electrónicos, había escrito: “Abaten la casas aunque haya gente adentro”. En una acción en Rafah, en la frontera de Gaza, Rachel Corrie se encontraba con sus amigos para intentar oponerse a las demoliciones. “Estaba sentada en la trayectoria del bulldozer, el conductor la vio, continuó y le pasó por encima” declaró Joseph Smith, militante pacifista estadounidense. “La excavadora le echó tierra encima y después la aplastó,” agregó Nicholas Dure, otro compañero. Las autoridades israelíes han dado diferentes versiones del suceso. Todas ellas “desmienten” la documentación fotográfica y a los testigos. La verdad es una: la joven activista fue asesinada de manera brutal y a sangre fría mientras se interponía de forma pacífica a la destrucción de una vivienda familiar que no representaba ningún peligro para nada ni para nadie. Cada día decenas de casas siguen siendo destruidas en la frontera de Gaza, amén de que los bombardeos han dañado los pozos de agua dulce en los campos de refugiados de Rafah y que los mismos no pueden ser reparados por los trabajadores palestinos sin exponerse a las balas de los israelíes. Rachel Corrie viajó a Gaza para oponerse a estas acciones. Como ciudadana estadounidense, creía que tenía una especial responsabilidad de defender a los palestinos de las armas hechas en Estados Unidos y compradas con la ayuda estadounidense por Israel. "Esto es por lo que estamos pagando", escribió. Con la creencia de que su chamarra anaranjada fosforescente le serviría de armadura, que su altavoz podría repeler las balas, Rachel Corrie se paró frente a las excavadoras, se durmió al lado de los pozos de agua y escoltó a los niños a sus escuelas. La muerte de Rachel Corrie, que salió en los diarios durante dos días y después, virtualmente desapareció, se topó con un silencio oficial casi absoluto, a pesar de que los testigos aseguran que fue un acto deliberado. El presidente Bush nada dijo sobre una ciudadana estadounidense aplastada por una excavadora hecha en Estados Unidos y comprada con dólares de impuestos estadounidenses. Una resolución del Congreso estadounidense que exige una averiguación independiente sobre la muerte de la ciudadana Rachel Corrie quedó enterrada en la Comisión, abriendo paso a que la investigación de los militares israelíes, que quedaron convenientemente libres de cualquier sospecha, sea la única investigación oficial. El ISM dice que esta ausencia notoria de voluntad por parte de la administración Bush ha enviado una clara y peligrosa señal. Según Olivia Jackson, una ciudadana inglesa de 25 años, aún en Rafah, "después de que Rachel fue asesinada, [los militares israelíes] esperaron la respuesta del gobierno estadounidense y la respuesta fue patética. Se dieron cuenta de que pueden salirse con la suya y esto los ha alentado a continuar". Primero fue Brian Avery, un joven de 24 años al que le dispararon en la cara. Luego fue Tom Hurdall, un activista del ISM al que le dispararon en la cabeza provocándole una muerte cerebral. Después fue James Miller, el camarógrafo inglés baleado a muerte mientras portaba un chaleco que decía "TV". En todos estos casos, los testigos declararon que los que dispararon fueron soldados israelíes.
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