LA HISTORIA DEL ARTE EN CUANTO CIENCIA
La ciencia histórica, como opuesta a la opinión, debe presentar garantías de validez, de certeza sin pretensiones de absoluto (a diferencia de lo que ocurre en los sistemas cerrados como las matemáticas). Así, Noriega (1997) declara sobre el “hacer historia”, que consiste “en recabar un conjunto de conocimientos mediante un proceso de rigurosa investigación, evitando en todo lo posible la interferencia de cualquier actitud subjetiva o interesada”; aplicado tal principio a la Historia del Arte, “no habrá dudas sobre el carácter científico” de la disciplina (p. 13). En la búsqueda de garantías de validez para sus resultados, la Historia del Arte hace uso del método (que puede o no autocorregirse según como primen las variables), de esa particular técnica de investigación que indica un proceder basado en el orden.
En consecuencia, forma parte de la tarea del investigador determinar la clave dominante de la estructura artística, en su proceso, en su momento histórico, en sus elementos plásticos. Pues, se sabe, toda historia es de carácter dinámico. Lo que permite que la Historia del Arte, en cuanto ciencia, se dé en la demostración (a la manera aristotélica, conociendo la causa por la que x objeto no puede ser diferente de lo que es) o en la descripción (distinción y conducción ante los objetos y los hechos).
Resulta claro que las ciencias históricas no operan siempre en base a la causalidad (ley causa-efecto), ya que se desenvuelven allí donde los fenómenos y las corrientes coexisten. A diferencia de las ciencias empíricas, la Historia del Arte maniobra con objetos materialmente presentes y con las convenciones culturales por las que se conoce o habla del objeto (Eco, 2000, p. 155). La disciplina, por ende, ve a la historia del arte como un fenómeno parcial de la historia universal, como un campo de expresión equivalente a otros y no como mera ilustración de una historia del espíritu.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Eco, U. (2000). Los límites de la interpretación (3ª ed.). Barcelona: Lumen.
Noriega, S. (1997). Historia del Arte. Problemas y métodos. Caracas: Alfadil.
En consecuencia, forma parte de la tarea del investigador determinar la clave dominante de la estructura artística, en su proceso, en su momento histórico, en sus elementos plásticos. Pues, se sabe, toda historia es de carácter dinámico. Lo que permite que la Historia del Arte, en cuanto ciencia, se dé en la demostración (a la manera aristotélica, conociendo la causa por la que x objeto no puede ser diferente de lo que es) o en la descripción (distinción y conducción ante los objetos y los hechos).
Resulta claro que las ciencias históricas no operan siempre en base a la causalidad (ley causa-efecto), ya que se desenvuelven allí donde los fenómenos y las corrientes coexisten. A diferencia de las ciencias empíricas, la Historia del Arte maniobra con objetos materialmente presentes y con las convenciones culturales por las que se conoce o habla del objeto (Eco, 2000, p. 155). La disciplina, por ende, ve a la historia del arte como un fenómeno parcial de la historia universal, como un campo de expresión equivalente a otros y no como mera ilustración de una historia del espíritu.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Eco, U. (2000). Los límites de la interpretación (3ª ed.). Barcelona: Lumen.
Noriega, S. (1997). Historia del Arte. Problemas y métodos. Caracas: Alfadil.
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