LA QUIMERA
Hicieron el amor y los tatuajes de sus pechos se confundieron. No fue sino hasta siete días y siete noches después que lograron separarse. Incrédulos, contemplaron sus mutuos diseños, ya otros. Una manzana entre los senos de ella; una quimera de tres cabezas (león, cabra y serpiente) en el pecho de él. Lectora asidua, ella vio la quimera y recordó la descripción hecha por Dante del Satanás trifacial que se alimenta de tres traidores: Judas, el que traicionó a Cristo; Bruto y Casio, los que conspiraron contra César. Él pensó en tres vergas erectas y singulares.
Ambos se abandonaron en la posición del misionero. La serpiente se desprendió, se estiró y, finalmente, mordió (engulló), la manzana.
-Un hombre con un tatuaje en el pecho salió gritando de la habitación –contó alguien.
-El tatuaje de un animal, por demás horrible, con dos cabezas –explicó otro.
Ambos se abandonaron en la posición del misionero. La serpiente se desprendió, se estiró y, finalmente, mordió (engulló), la manzana.
-Un hombre con un tatuaje en el pecho salió gritando de la habitación –contó alguien.
-El tatuaje de un animal, por demás horrible, con dos cabezas –explicó otro.
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